Los probióticos vaginales se utilizan cuando la microbiota está alterada, es decir, cuando existe alguna infección o es recurrente. No obstante, también están indicados como forma de prevención para evitar que aparezcan patologías ginecológicas. Los factores más habituales que producen cambios o alteraciones en la flora vaginal son:
- Menstruación: los sangrados de la regla tienen un pH neutro o alcalino que suele dificultar el correcto desarrollo de los lactobacilos, lo que favorece la proliferación de patógenos.
- Cambios hormonales: la microbiota es más vulnerable a las infecciones cuando hay alteraciones en los estrógenos, una de las principales hormonas sexuales femeninas.
- Uso excesivo de antibióticos: pueden generar desajustes en la flora vaginal, puesto que su función es actuar contra las bacterias, independientemente de que sean beneficiosas o perjudiciales para el organismo.
- Duchas vaginales: realizar más de una al día y utilizar productos que no sean específicos para la zona íntima altera el equilibrio de la microbiota.
- Hábitos de higiene inadecuados: cuidar la higiene es esencial para evitar la aparición de patógenos, especialmente después de mantener relaciones sexuales.
- Ropa muy ajustada: el uso de ropa interior o vaqueros muy ceñidos puede provocar desajustes en la flora vaginal.